Canción de la tristeza, inspirada en el otoño de hojas caídas y en el invierno... de cigarros consumidos y cafés a medio beber. Siempre pensé, en un invierno más frío también más lluvioso cubierto de grises nubes ahora que no estás. Al calor de la estufa invadido de conformidad e interna quietud no puedo imaginar siquiera mundos tristes que no sean felices al ritmo de una melodía francesa de esas de antaño de esas que mueven mis entrañas con sabor a película romántica en donde el toque casual es el toque del amor con atisbos de locura y detalles especiales mientras el acordeón y un frenesí de violines enlazan sentimientos que afloran superiores tan ccercanos, lejanos. Una danza efímera que seca tus labios antes de haberla bailado; que consume tus ganas y digiere tus sentimientos antes de siquiera haberla tocado.