Lo imaginado es una realidad, cuyos campos de acción suelen ser idóneos y momentáneos, nunca rectos en el interjuego de palabras y colores que al unísono vibran invisibles en el espíritu carnal de tu ojo y en la esencia evanescente de tus carnes que emanan cuando rozo tu cuerpo nocturno. Sin embargo, al amenecer tu silueta me reencanta y reencarna se introduce en mi hasta mi alma llena de deseo y sueños de esperanza. Aunque lo propio es lo tuyo, juego indefinible de lógica suprema de lógica sin lógica, ilógica y paradójica indefinible y muy sensible Le digo sensible invisible y no parco opaco compañero carente de brillo, ausencia de ti en mi mismo a la luz de la noche, compañera de trasnoche. (Cadáver exquisitamente nocturno con Pellü)
No quiero escribir ni esencias ni yerbas, porque reducido al papel aun no me encuentro. Esperar, sentir, vibrar, gritar, llorar, pensar, querer, desear... vivir. Es extraño, sí que lo es, cuando mis cristales penetran los tuyos y tu carne se acerca a la mía en una danza de humo y bebida con voces de luces a oscuras en un cuarto más frío que el mio con fotografías de pantalla en corrida descalzos, cercanos, lejanos. Me recuesto con el deseo y te inscribes como necesidad beber tus aguas, tu edén recorrer calma mi hambre con caricias y calla mi deseo de un beso porque después de mañana las cosas no serán ni descalzas ni cercanas, ni siquiera lejanas porque la no existencia consume más allá de las fronteras de tu alma con la mía consume la vida y la muerte consume lo que es, lo que podría ser y lo que nunca será. Dos más dos son cuatro, pero uno más uno jamás serán dos.